Moisés fue uno de los grandes líderes del pueblo de
Israel en cuya vida hay luces y sombras como ocurre con todos los seres humanos
y especialmente con aquellos que están en el punto de mira de los demás.
Nuestro estudio girara en torno a su figura humana y a su espiritualidad de las
que podremos sacar lecciones para nosotros. En unos casos nos daremos cuenta de
que no debemos caer en los mismos errores; y, en otros, será un aliciente para
avanzar en el liderazgo acorde a la voluntad de Dios.
La
humanidad del líder
La Palabra “humanidad” tiene diversos significados.
Nosotros la emplearemos con referencia a las características que son propias de
la naturaleza humana como sus cualidades y defectos. El ser humano está hecho a
imagen y semejanza de Dios, pero es un ser caído. Por lo tanto, trataremos más
bien de la naturaleza moral cuyas facultades específicas son la inteligencia, la
sensibilidad y la voluntad.
1.
Sus cualidades y virtudes
Empezamos por la parte positiva y ejemplar de la que podemos
extraer que rijan nuestro ministerio de liderazgo.
a. Rechazo de honores pasajeros (Hebreos 11:24).El termino
traducido “rehusó” es “arneomai” cuyo significado renegar, renunciar o rechazar
algo ofrecido. En este caso se trataba de rechazar la condición de príncipe una
vez prohijado por la hija de Faraón (Éxodo 2:10; Hechos 7:21), lo que hoy
diríamos adoptado legalmente. Su renuncia era debida a que no quiso
identificarse con los egipcios sino con sus hermanos los hebreos.
¿Podemos llegar a valorar más los
honores o títulos que ofrece nuestra sociedad y que dan prestigio en el mundo
que nuestra identificación con el pueblo de Dios? A lo que mejor no es muy
atractivo el ministerio que realizamos y buscamos otro tipo de reconocimiento
que nos satisfaga humanamente. Recuerdo el tiempo de la fiebre de los
doctorados “honoris causa” y el uso de togas en público que, bien fue
sorprendente en principio, acabo siendo divertido, aunque penoso en el fondo.
b. Mansedumbre y humildad (Números 12:3). Los hemos colocado juntos
porque ambos términos son sinónimos, aunque en el castellano la mansedumbre es
signo de debilidad. No así en la Biblia, ya que se trata de una disposición en
espíritu en la que aceptamos la voluntad de Dios sin resistirla. Esta
disposición es también hacia los hombres. Jesucristo se refirió a sí mismo como
“manso y humilde” (Mateo 11:29) y forma parte del carácter del cristiano (Tito
3:2). El que Moisés dijera de el mismo “que era muy manso, más que todos los
hombres sobre la tierra” ha sido considerado como una prueba de que el autor de
Pentateuco, ya que en caso contrario demostraría escasa humildad.
Independientemente de nuestro criterio sobre la inspiración, el texto ofrece un
contraste enorme entre Moisés y sus hermanos en cuanto a sus actitudes.
Esta cualidad es enorme apreciada en el líder y no
está reñida con la firmeza de carácter. Cuando tiene que afrontar falsos
testimonios y su liderazgo es puesto en entredicho, debe confiar en Dios en el
que tiene a su más firme valedor.
c. Disposición a aceptar consejos (Éxodo 18:13-27). Es fácil
imaginar que Moisés estaba sobrepasado de trabajo y alguien de confianza como
su suegro, con el que había convivido largo tiempo, era la persona indicada
para mostrarle su error. La clave está en la palabras “no podrás hacerlo tú
solo” (18). Este es un mal endémico que padecen buena parte de líderes por
razones diversas. Son los “ministros para todo” u “hombres orquesta”.
Seguramente han sido aconsejados de que no pueden seguir de este modo durante
mucho tiempo, pero no saben cómo organizar su labor.
De la propuesta de Jetro podemos sacar tres principios
básicos:
Establecer prioridades (19) la función principal del
líder es mantener una relación personal con Dios para servir al pueblo.
Formar a la iglesia (20) El líder tiene que
desempeñar su trabajo de enseñanza o discipulado de manera planificada y no
solamente resolver los problemas cuando estos se producen.
Delegar responsabilidades (21,22) La formación llevara
consigo el discernimiento de las personas aptas para realizar trabajos
descargando al líder. El cometido de un buen dirigente consiste en saber hacer
trabajar a los demás. Con una buena organización se puede hacer mucho más y
mejor.
Cuando a los apóstoles se les presenta el problema de
la atención social en el que son desbordados y
hay murmuración,
aplican estos mismos principios (Hechos 6:1-4). Su prioridad es el ministerio
de la
Palabra y la oración, por lo que deciden que otros asuman el trabajo del
reparto diario de comida.
Alguien ha dicho: “Ningún cristiano debe considerarse
tan maduro y sabio que desdeñe el consejo de otras personas”
2.
Sus defectos y debilidades
Moisés no es un dechado de virtudes y como cualquier
ser humano cometió errores, algunos de suma gravedad que le acarrearon graves
consecuencias.
a. Actuar al margen de Dios (Éxodo 2:1, Hechos 7:24,25). El texto
de Hechos interpreta el asesinato del egipcio por Moisés como un acto de
venganza a favor del más débil y oprimido. Además, estaba asumiendo el papel de
libertador sin que hubiera sido llamado por Dios, actuando por su cuenta propia. Cuando pensaba que debía ejercer su papel reconciliador, fue
rechazado por sus hermanos. De esta manera de proceder se desprenden varios
aspectos:
i)Actuó movido por los sentimientos más que por la razón. Es importante que a la hora de
tomar decisiones no nos dejemos llevar por los sentimientos. Hay que sopesar
las acciones y evitar que sean fruto de un momento de euforia, frustración, etc.
ii)Actuó
confiando en sus propias fuerzas. Era un hombre de complexión
fuerte, como lo demuestran algunos hechos (2:17), lo que le daba una confianza
en sí mismo o en sus fuerzas físicas. A nosotros nos ocurre también que hacemos
las cosas confiando más en nosotros mismos que en lo que Dios pueda hacer a
través nuestro, si dejamos que Él obre.
iii)Actuó
precipitadamente y como consecuencia fue rechazado. No siempre el ser rechazado es
fruto de nuestros errores, pero puede serlo cuando no hacemos la voluntad de
Dios.
b. Temor (Éxodo 2:14,
3:6). Dos tipos de temor pero muy humanos los dos: miedo a las consecuencias
por haber cometido un homicidio, miedo ante la presencia de Dios, a la que no
estaba acostumbrado. El primero le condujo a un largo exilio de cuarenta años
donde tendría ocasión de templarse y madurar, mientras que el segundo sería una
experiencia extraordinaria en la que su relación con el Señor alcanzaría cotas
inigualables. En este caso el temor que se define como “perturbación angustiosa
del ánimo” fue beneficioso. No es lo mismo el temor originado por un acto punitivo o por lo
irreal (fobias) que el temor a Dios de la piedad bíblica como motivo esencial
de la obediencia. Por eso el que teme a Dios, es decir, confía plenamente en
Él, no teme a los hombres o a sus dificultades.
b.Cansancio
(Éxodo 17:11,12). Evidentemente no es esta la única ocasión en que Moisés se
sintió cansado físicamente y en otras muchas su cansancio era psíquico por
tener que soportar al pueblo. Pero aquí el motivo del cansancio era de origen
espiritual por la larga lucha mantenida en oración para ganar batallas
espirituales, pero que lleva consigo un desgaste de cansancio físico y sí de
ahí la necesidad de tener apoyo de otros para poder mantenerse firme cuando las
fuerzas flaquean. Somos débiles seres que no podemos dirigir solos
indefinidamente la lucha del pueblo de Dios.
c. enojo, desobediencia y duda (Números 20:2-13). La murmuración
del pueblo ante necesidades puntuales era constante durante su estancia en el
desierto. Por causa de las actitudes mencionadas en el epígrafe, Moisés y su
hermano se vieron privados de entrar en la Tierra Prometida. Su pecado fue muy
grave, aunque nosotros no podemos calibrarlo para determinar con exactitud la
naturaleza de la ofensa.
i)Enojo. La expresión: “¡Oíd ahora, rebeldes!
¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?” (v.10), denota cuando menos un
estado de irritabilidad después de que el Señor les indicara el modo de dar a
beber a la multitud. Por otro lado, el acto de golpear a la peña es propio de
una furia incontenida. (Salmo 106:32,33).
ii)Desobediencia. El Señor les había dicho claramente
que “hablara a la peña la vista de ellos” (v.8), no que la golpearan y mucho
menos dos veces. Podemos inferir, pues, que Dios amonesta un acto de rebeldía a
su mandamiento.
Iii) Duda o mejor incredulidad. Este parece ser el fondo del
problema: “por cuanto no creísteis en mi” (v. 12), ya que a la vista del
milagro de sacar agua de la peña con la sola palabra, el pueblo “santificaría a
Dios” o Dios seria santificado en la presencia de todo Israel, lo cual ocurrió
considerándose como una grave ofensa.
Aparte
de todo lo dicho, podemos notar también una actitud de autosuficiencia, como si
estuviera en su mano el que la roca diera agua. “¿Os hemos de hacer salir
aguas?” (v. 10). El milagro era de Dios y no de ellos.
¿Qué pasa cuando perdemos el autocontrol por las causan que
sean, y nos irritamos, hacemos lo que no debemos y encima nos exaltamos a
nosotros mismos en lugar de santificar al Señor? No tener paciencia hacia
aquellos que ministramos o impacientarnos con Dios puede tener graves
consecuencias para nosotros mismos en el sentido de perdernos muchas
bendiciones. Mientras Dios en este pasaje muestra su paciencia sin límites,
cuando tenía motivos para castigar a Israel, Moisés, que era “manso”,
quebrantaba un aspecto esencial de su carácter.
3.
Su psicología
La psicología del personaje es un tema muy amplio y
complejo, además de un terreno apropiado para los profesionales. Por tanto, el
examen de este será somero para destacar solamente el modo en que Dios trata al
líder que ha llamado para una alta misión, y cómo lo va preparando para que
supere lo que los psicólogos llaman “experiencia traumáticas”, que producen
sentimientos de inferioridad e inseguridad.
Guiado por sus impulsos naturales había pretendido
liberar a Israel por su cuenta al margen de Dios. El resultado fue el fracaso
más estrepitoso, y un hombre de su sensibilidad sufrió una herida en el alma:
Fue rechazado por sus hermanos y por los que le habían salvado la vida y dado
una educación y un rango. Tuvo que vivir cuarenta años en el exilio llevando
una vida sosegada, completamente distinta de la anterior y había perdido todo
contacto con las esferas de poder. Por eso no es de extrañar que cuando Dios se
le revelo se pusiera de manifiesto una falta de confianza en sí mismo, porque
temió ser rechazado de nuevo.
a. Complejos (Éxodo 3:11,13;
4:1,10). Vemos cuatro ejemplos concretos:
i)“¿Quién soy yo para que vaya y saque…?” (Éxodo 3:11). El cambio de
actitud respecto a su pretensión de liberar a Israel es grande. Con las ovejas
no tenía problemas de rechazo, con el hombre sí. Es posible que pensemos que su
pregunta es debido al deseo de escapar de una responsabilidad, o que se había
vuelto muy humilde. Sin embargo, en el fondo subyace un complejo de
inferioridad recordando la experiencia que había tenido.
ii)“Si
ellos me preguntaren: ¿Qué les responderé?”
(Éxodo
3:13). Moisés había aprendido que solamente una autoridad superior a él mismo
podía convencer a sus compatriotas. Si como el “hijo de la hija de Faraón” fue
rechazado, ¿Qué pasaría ahora que era un simple pastor de ovejas?
iii)“¿Qué
pasara si ellos no creen mis palabras?” (Éxodo 4:1). Cuarenta años atrás
se había presentado a sus hermanos pensando que les convencería de que Dios les
daría libertad por su mano, cuando Dios no le había llamado (Hechos 7:25); y
ahora que Dios le llama, teme que no le harán caso solamente por su palabra.
Necesitaba una señal para reafirmarse.
iv)“Soy
tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxodo 4.10). “Envía, Señor, a otra persona” (Éxodo
4:13). Moisés, educado en la corte de Faraón, era considerado como una persona
elocuente (Hechos 7:22). Ahora se excusa diciendo que ni “antes ni desde que
hablaba con Dios” era de palabra fácil. Necesitaba recuperar la confianza en
sus posibilidades con otros apoyos.
b. Reforzamiento
(Éxodo 4:27-14:31). Dios sabe perfectamente cómo hacer para que su siervo
recupere la confianza en sí mismo, aunque de manera distinta a como la tenía
antes. A cada una de las objeciones da solución y de manera paulatina (Éxodo
4:27 a 14:31) reconstruye psicológicamente al hombre que además de liberar a
Israel sería su dirigente y legislador.
i)“Yo
estaré contigo” (Éxodo 3:12). Si Dios le había elegido no era precisamente sobre
la base de sus capacidades, que era algo secundario, sino sobre la base de la
sumisión a su voluntad. Moisés había intentado actuar al margen de Dios y por
eso fracaso. Ahora debe entender que su fuerza estaba en el poder de Dios.
ii)“YO
SOY, me ha enviado a vosotros” (Éxodo3:14). A diferencia del politeísmo egipcio, YHWH es el
único Dios verdadero. No había autoridad superior para ir a los hijos de
Israel. No se trataba de una divinidad desconocida, sino del Dios de sus
padres. (Éxodo 3:15-17)
iii)Las señales: la vara, la mano leprosa, la sangre (Éxodo 4:2, 6, 9). Eran señales del poder de Dios y no de su
propio poder como sucedió la primera vez. La vara era signo de autoridad
poderosa; la lepra, signo del pecado, podía ser sanada; y la sangre, signo del
juicio, indicaba que su salida de Egipto estaba garantizada.
iv)“Yo
estaré con tu boca y te enseñare lo que hayas de hablar”(Éxodo 4:12). Además, le ofreció
la alternativa de que su hermano Aarón actuara como portavoz. En el principio
fue así, pero a medida que Moisés adquiría mayor confianza en él, tomo la
palabra tanto para dirigirse a Faraón como al pueblo.
1.
La espiritualidad del líder
La definición tradicional de espiritualidad es “cultivo del espíritu”, aunque inseparable de todo el ser; de
otro modo podríamos caer en dicotomías de carácter platónico o gnóstico. Mucha
de la “espiritualidad” de personas y sectores evangélicos no es otra cosa que
neoplatonismo, el desvincular la dimensión espiritual de la ética o medir la
espiritualidad a través de signos externos como manifestaciones de esta. La
espiritualidad es una recta relación con Dios que afecta a la totalidad de la
persona: su modo de pensar y servir, la piedad y la ética.
1. Su teología (Éxodo 3:1-22; 15:1-18, 25-27; 20:1-17; Números
27:16; Deuteronomio 11:1-17; Hechos 7:32).
Exponer la Teología de Moisés aquí y ahora es una
empresa imposible, ya que necesitaría más de una sesión de estudio. Vamos a
limitarnos a las referencias explicitas porque implícitamente deberíamos
examinar todo el Pentateuco. Es decir, las referencias que Moisés hace
personalmente acerca de Dios.
a.El
Dios de Moisés. Reconoce sus atributos y para el Dios es fortaleza, canción,
salvación, varón de guerra, poderoso (por sus obras) juez, santo, terrible,
hacedor de prodigios, misericordioso, redentor, rey, sanador, fuerte, celoso,
Dios de los espíritus de toda carne, grande, providente, único, el Dos vivo
(Dios de sus padres).
Además, se refiere constantemente a Dios usando con
preferencia el nombre personal de “YHWH”, el Dios que se ha revelado y ha redimido
(revelación y redención van juntasen Éxodo), el Dios del pacto. Pero también
usa el genérico “Elohim” y con menos asiduidad del “Ángel de Jehová”, que es
quien se le aparece en la zarza ardiendo.
El compuesto “Dios Omnipotente”.
Moisés conoce a Dios por revelación y por experiencia
al caminar con Él y mantener una íntima relación. Teología sin experiencia
puede devenir en algo árido y frio; experiencia sin teología deviene en
misticismo, una espiritualidad sin raíces.
2.
Su vocación y
misión
Dios, en su soberanía, escoge a sus siervos en cada periodo de
la historia para confiarles la misión que les corresponde de acuerdo a con sus
propósitos. En el caso de Moisés concurren aspectos trascendentes para el
adelanto de los planes redentores y reveladores de Dios.
a. Su llamamiento (Éxodo 3). Cuando Moisés quiso realizar su
vocación de libertador sin haber sido llamado por Dios, fue un auténtico
desastre. En el momento oportuno, Dios, en un acto de su condescendencia, se
revela a Moisés en un estado normal, en medio de su trabajo y sin que le ocurra
nada espectacular. Aunque es importante subrayar la visión, esta vino con una mezcla de lo pictórico-la zarza ardiendo- y lo
oral- la voz de Dios hablándole-. Sin embargo, el énfasis esta en lo que escucha
más que en lo que ve, es decir, la base del llamamiento es siempre la palabra
de Dios como lo corroboran los profetas. Nos pueden llamar la atención
muchas cosas en el ministerio cristiano, pero objetivamente solo es de fiar
cuando somos apelados por las Escrituras y tenemos en cuenta todo lo que en
ellas se nos dice en cuanto a las condiciones y requerimientos. El que llama es
el Dios santo, cuya presencia santifica el lugar donde se halla, lo que da un
sentido especial al ministerio que no puede tomarse a la ligera.
b. Su misión (Éxodo 3:7-10). Veremos
solamente esta parte por haber examinado con anterioridad el dialogo entre Dios
y Moisés cuando este presento objeciones a la misión que debía realizarse.
Destaca:
i)La obra a realizar era la obra de Dios
(7,8).
ii)Moisés es el enviado cuya misión debe
hacerse de acuerdo al plan y la presencia de Dios. (10).
iii)Dios se involucra en el sufrimiento de
su pueblo (vv. 7-9) y, por lo tanto, debe haber también identificación con los
suyos del que es comisionado.
iv)Dios le da un objetivo: sacar a Israel
de Egipto y conducirlo a la tierra prometida. (vv. 8-10).
c. Su retiro (Números 27:15-20). Llega un momento en la vida de
todo siervo de Dios en que su ministerio llega a su fin y otro asume la
responsabilidad del liderazgo. Seguramente fue duro para Moisés, después de
estar cuarenta años dirigiendo a Israel, como lo es para todo servidor de Dios
en la actualidad después de un largo y fructífero servicio en el evangelio.
Creo que es mejor anticipar el cambio como hizo Moisés que aferrarse al cargo
hasta que impedimentos de fuerza mayor no permitan ejercerlo. Moisés entiende
la lección grafica que le da Dios al contemplar la tierra que no va pisar, y de
su dialogo con el Señor surgen principios sobre el relevo generacional a tener
en cuenta:
i)La
persona a sustituirle debe ser alguien puesto por Dios. (v. 16).
ii)Debe pertenecer al pueblo de Dios.
iii)El pueblo de Dios necesita del
liderazgo (v.17) y no puede haber un vacío de gobierno.
iv)El sustituto debe recibir el
reconocimiento de su cargo por toda la congregación (v.20).
v)La identificación y bendición divina para
el ejercicio del cargo (vv.22, 23).
3.Su relación con Dios
Desde su llamamiento, Moisés, mantuvo una intensa y fructífera
relación con Dios que podemos resumir en cuatro aspectos fundamentales:
a. Obediencia a la Palabra (Éxodo 4:19-21). De aquí en adelante se
repite constantemente esta frase: ”Jehová hablo a Moisés y Moisés hizo conforme
a la palabra de Jehová”. Es evidente que en la ocasión anteriormente citada de
Números 20, hay una excepción a esta norma. Sin embargo, el liderazgo de Moisés
puede considerarse como un modelo de obediencia a Dios.
Este punto es fundamental para un liderazgo potente y
bendecido por Dios. Allí donde la Palabra de Dios ha sido sustituida por
palabras de hombres o exigencias han sido relativizadas, ha empezado el
decaimiento. Y tan nefasto pude resultar el modernismo por un extremo como
biblicismo por el otro, pasando por otros “ismos” próximos a ambos. Palabra
gozosamente recibida, correctamente interpretada y consecuentemente aplicada.
b. Comunión (Éxodo 5:22, 23; 33:7-11 y
ss.; 34:33-35). Estos pasajes seleccionados muestran tres tipos o aspectos de
la comunión de Moisés con Dios:
i)El diálogo. A partir del llamamiento de Moisés se
suceden las conversaciones a raíz de diversos problemas. En este caso, el líder
israelita en lugar de querer solucionar el problema por si mismo se dirige a
Dios en busca de la respuesta.
ii)Comunión
intima. El tabernáculo
de reunión no era todavía el tabernáculo definitivo sino una tienda colocada
fuera del campamento donde buscar a Dios que se manifiesta en la “shekinah” o
columna de nube, es decir, la gloria de Dios. El antropomorfismo “cara a cara”
denota el grado de comunión alcanzado.
El
contexto muestra las causas de la situación anómala que se estaba produciendo y
las lecciones que se desprenden de ellas: Dios abandono su presencia en medio
de su pueblo a causa de su pecado; el que busca a Dios de corazón puede tener
comunión con El(la actitud de Josué, que nunca se apartaba de en medio del
tabernáculo, es digna de ser imitada) de manera individual y en tercer lugar la
comunión puede llegar a alcanzar una relación de compañerismo con Dios.
Como
ministros de Evangelio debemos ser conscientes de la gravedad del pecado hasta
el punto de que Dios no camine La odicea que tenía a Cristo en la puerta porque
no era posible para Jesús tener comunión con ella, a excepción de los que
individualmente lo hacían abriendo la puerta. Cada uno de nosotros debemos
examinar nuestra relación con Dios y hasta que estemos a punto cerca o no del
“cara a cara”.
iii)Comunión
perseverante. La continua relación con Dios hizo que Moisés lo reflejara en su
rostro resplandeciente. Pablo toma este hecho y lo aplica a la comunión del
creyente con Cristo como base para una metamorfosis gradual o renovación de nuestro ser moral por el Espíritu.
Hay aquí
lecciones importantes: El “resplandor” solo es posible por mantener
reiteradamente un encuentro con el Señor, es visible para aquellos que se
acercan a escuchar la palabra de Dios, quedando velado después, es renovable
siempre que perseveramos en la comunión.
c. Alabanza
y adoración (Éxodo 15:1-18; 34:8).
Ambas
surgen después de contemplar las obras portentosas de Dios, la salvación y su
revelación impresionante en la renovación del acto quebrantado, donde
verbalmente Dios da a conocer su carácter inefable. En tales circunstancias,
Moisés alaba a Dios y postrado le adora.
Lo que
más llama la atención es que el objeto de la alabanza y adoración es Dios, lo
que evidentemente es así en toda la Biblia. Se alaba a Dios por lo que es y por lo que hace. El encuentro de sus
atributos es el núcleo de la alabanza. Hoy en día se habla mucho de alabanza y
se ha visto un giro importante en el proceder de muchas iglesias donde se le da
mayor énfasis y se dedica un tiempo a ella. Pero tanto las canciones como las
oraciones están centradas en el individuo y lo que pasa en su vida en lugar de
ir dirigidas a Dios.
d. Oración (Numero 11:11-23; 12:13; 14:11-20; 16:22, 48; 21:7).
Moisés era un hombre de oración. De Éxodo a Deuteronomio podemos hallar
oraciones de todo tipo y las más variadas circunstancias. Pero sin duda, la
faceta que más cultivaba era la intercesión de la que los pasajes del epígrafe son una evidente. Moisés fue
un intercesor ante Dios por su pueblo en continua rebeldía, y por su hermana.
El líder
tiene el deber ineludible como intercesor por su familia y por su iglesia.
Posiblemente no haga falta decir mucho más sobre este punto porque la misma
necesidad impulsa a interceder. Pocos pueden escaparse de la problemática
generalizada y muchas veces conflictiva de sus iglesias.
4.Su santidad
Entendida la santidad como separación de lo profano,
destacaremos dos aspectos en la vida de Moisés. Por supuesto, la santidad tiene
muchas acepciones, pera para nuestro propósito tenemos suficiente con señalar
la dimensión ética.
A .Rechazo de la vida mundana (Hechos
11:25,26). El paralelismo de las diferentes perícopas es significativo:
Rechazo de los deleites
temporales del pecado y las riquezas de los egipcios, elección de soportar el
sufrimiento con el pueblo y el vituperio de Cristo. El objetivo, por la fe, era
la Tierra Prometida, la celestial. (Hebreos 11:16).
b. Rechazo del espíritu de competencia (Números 11:26-29). La carga de
gobernar a Israel era sumamente pesada (v.14) y de ahí el que 70 de los
ancianos fueran dotados para compartir el ministerio de Moisés. La soberanía de
Dios al dotar a dos de los que no habían sido seleccionados es evidente.
También lo es el despiste del joven Josué que pretende que se impida el
ejercicio de las funciones a los que no eran oficiales humanamente hablando.
Sin embargo, la actitud de Moisés es ejemplar: ellos no me van a hacer sombra
(celos: qana, excitarse por fervor o celos). No solo estos setenta, sino todo
el pueblo fuese dotado.
Conclusión
Moisés
fue un hombre que conoció la victoria y la derrota en su vida, pero nunca dejo
de ser un hombre de Dios. El redactor final de Deuteronomio lo describió así:
“nunca más se levantó profeta en Israel como Monises, a quien haya conocido
Jehová cara a cara.”
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